Las elecciones del 20 de noviembre de 2011 tienen lugar en una
situación singular, cuando los cimientos de “España” y Europa crujen y
se agrietan. Lo que madura es una crisis global de Occidente que va
mucho más allá de la economía y que, por tanto, demanda una respuesta
múltiple y compleja, esto es, integral, más allá de las obsesiones
economicistas de una izquierda que sigue siendo el instrumento político
principal del capitalismo y del artefacto estatal, por delante de la
derecha.
La izquierda en el gobierno, el PSOE secundado por el PCE-IU en todo lo
importante, ha destruido la sociedad y ha envilecido a la persona. En
2004-2011 el gobierno izquierdista ha promovido con furor todas las
formas imaginables de no-pensamiento, docilidad, incivilidad,
amoralidad, embrutecimiento, inespiritualidad, deshumanización,
neo-ignorancia, aculturación, chabacanería, egocentrismo, hedonismo,
auto-destrucción del individuo, culto por lo degradado, zafiedad,
enfrentamiento entre las personas, feísmo y barbarie, por medio de sus
muchas religiones políticas y operaciones de ingeniería social. De ello
ha salido una sociedad en descomposición, agónica, y un sujeto
nulificado en trance de dejar de ser humano.
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