martes, 10 de septiembre de 2013

"Perdimos en los '70 contra el capitalismo. Y el proletariado lo está pagando" Entrevista a Jean Marc Rouillan.



 

A sus 61 años, Jean-Marc Rouillan ha pasado un tercio de ellos, 25, entre las rejas de diferentes prisiones de máxima seguridad en Francia. Otro tercio de su vida, desde 1968 hasta que fue detenido en 1987, lo pasó en la clandestinidad que supuso para él la lucha antifranquista, primero, y el anarquismo después. Nacido en 1952 en Auch, a poco más de una hora de Toulouse, la "ciudad roja" francesa fue su escuela de activismo, y los viejos refugiados de la Guerra Civil española: anarquistas, comunistas, maquis, miembros del exilio vasco, sus maestros. El germen de mayo de 1968 supuso su salto a la acción armada ligando de esa forma sus primeras acciones con el antifranquismo en País Vasco y Cataluña.

Lo primero ¿cómo se encuentra de salud? Tengo entendido que padece una enfermedad rara, el Síndrome de Erdheim-Chester ¿puede deberse a su estancia en la cárcel?
Me encuentro bastante bien, gracias, por el momento no sufro sus síntomas. Erdheim-Chester es una enfermedad poco conocida, provocada por tumores de grasa, sus efectos son muy variados y no siempre los mismos: pérdida de energía, esclerosis, sangrados y diferentes fallos cerebrales. Por supuesto que culpo a la cárcel de mi mal. Las prisiones son prácticas de exterminio social, política y por supuesto de salud. "Tengo prohibido hablar de mis actos, bajo penas de hasta seis años de prisión. En 2008 me sentenciaron cuatro años por una entrevista"
Rouillan lleva algo más de un año en una libertad condicional muy restringida. Residente en Marsella, durante esta semana y la anterior ha aprovechado para recorrer Euskadi, Navarra y Logroño. En Euskadi, además de visitar a sus viejos camaradas de la lucha antisistema, ha aprovechado para reunirse y charlar con activistas y curiosos de su figura.

En Bilbao, Donosti y Vitoria huyó de la conferencia al uso, sus charlas eran un vivo ejemplo de asamblearismo.
No me gusta el modelo de conferencia, prefiero hacer asambleas o reuniones para discutir. Llevo 25 años en la cárcel, hay muchas cosas que han cambiado o son nuevas para mí. Por eso es tan importante para mí preguntar y aprender.

¿Le cansa hablar de política?
En ningún momento, soy un ser político y moriré con la enfermedad de la libertad. Sólo luchando por la libertad consigues un poco de libertad.

¿Quién le inyectó esa enfermedad libertaria que comenta?
Mi mayor influencia es la España republicana, la revolución de julio de 1936 porque además pude conocer a esa gente, a los máximos dirigentes de ese movimiento, y cómo pensaban. Es algo que jamás puedes olvidar.

Respecto a esto, ¿cómo era Toulouse en su niñez?
En mi juventud tuve dos suertes: tener 16 años en 1968 porque viví ese mayo con una gran efervescencia de rebeldía y rabia y en segundo lugar fue que Toulouse era la ciudad de los rojos, los maquis y miles de exiliados de la Guerra Civil. Y en el día a día podías hablar con gente que había hecho la revolución y que tenían una gran experiencia de lucha. Era una época muy emocionante
Para Rouillan y sus amigos, mayo de 1968 iba más allá de reivindicar la liberación sexual y el malestar económico, supuso el punto de inicio de una militancia más radical y libertaria. Apenas un año después, Rouillan se decidió a tomar las armas de los viejos maquis. Abrazado a una ametralladora Stern, su primera misión en la frontera española fue un transporte de libros y de folletines de Langileak a Donosti. Así se ganó su primer alias de lucha entre los catalanes del Movimiento ibérico de liberación (MIL) "Sebas" de San Sebastián. Tras Euskadi, formó el MIL con otros ilustres antifranquistas como Santiago Soler, Oriol Solé y Salvador Puig Antich. Rouillan era el chófer de Puig Antich el día que finalmente le apresó la policía del régimen.

¿Por qué empezó su activismo político en España, País Vasco y Catalunya?
Cuando creces en Toulouse te sientes más cerca de Bilbao y de Barcelona que de París. Cuando toda la gente en mayo del 68 hablaba de tomar las armas para nosotros en Toulouse significaba una cosa muy concreta: ir a combatir el fascismo del otro lado de la frontera. Entre mis amigos había hijos y descendientes de españoles exiliados, yo mismo tengo familia catalana. Impulsado por esto, empecé a cruzar armado la frontera a partir de 1969 y 1970, en apoyo de la movilización contra el Proceso de Burgos.
Perseguido por la justicia española, Rouillan pasó a Francia donde en 1979 fue uno de los fundadores de Acción Directa, un grupo terrorista de inspiración marxista y que compartió objetivos, logística y contexto con las Brigadas Rojas o la RAF en la Alemania Federal. Entre los más de 50 ataques de Acción Directa destacan el asesinato del ingeniero armamentístico René Audran y el de George Besse, presidente de Renault, en respuesta a un despido masivo de trabajadores de la empresa. Los cuatro terroristas; Nathalie Ménigon, Jöelle Aubron, Georges Cipriani y el propio Rouillan fueron arrestados en 1987 y condenados a cadena perpetua. En prisión, Rouillan ha escrito siete libros entre ellos unas Crónicas carcelarias, y sus memorias en la cárcel: Odio las mañanas.

En Odio las mañanas comenta que por su carácter antiautoritario también intenta huir de cualquier tipo de estilo, pero es un estilo muy gráfico, directo:
Si puedo hacer frases con una palabra, sería genial. Me gusta marcar mucho el ritmo narrativo. Ultimamente estoy utilizando mucho el paréntesis para conseguir una perspectiva más lejana del contexto que viví. Mi defensa como preso, para mantener el espíritu, es la escritura. Me dio el poder de escapar de esta situación en la que me encontraba.

Habla mucho de la nostalgia de la cárcel.
Soy un militante abolicionista. Pienso que la cárcel es una política de exterminación y terror contra los más pobres y una tortura cotidiana. Pero en cuanto a solidaridad colectiva la cárcel puede ser bonita. Es un momento de resistencia colectiva.

También tiene palabras de comprensión hacia los militantes arrepentidos, aquellos que colaboran con las instituciones para conseguir beneficios penitenciarios.
Si un compañero no puede aguantar más y acepta ser utilizado por el Estado no es un fallo. Es débil frente al poder del Estado. Los que aguantan en la cárcel son gente fuerte. Pero la gente muere en la cárcel, hay enfermedad. No todos podemos hacer el mismo camino en la lucha.

¿Cuál es su situación actual con la justicia francesa?
Estoy en un régimen muy duro de libertad condicional. No puedo volver a la ciudad donde crecí, Toulouse, y me está vetada la entrada en 38 departamentos franceses. Para venir a Euskadi desde Marsella he tenido que dar rodeos por Perpiñán. Para cada desplazamiento debo pedir la autorización del juez y lo permisos llegan pocos días antes de salir.

Incluso hay temas que tienes prohibidos, no puedes hablar de Acción Directa.
Al Estado francés no le interesa que mi historia policial y mediática sea cambiada por un testigo directo como soy yo. Por eso tengo prohibido hablar de mis actos con penas de hasta seis años de prisión. Buscan cualquier pretexto para tener una posición de terror sobre la persona que acaba de salir de la cárcel. En 2008 me sentenciaron a cuatro años más de prisión por una entrevista en L'Express. La sensación que quieren inculcarte es que puedes volver a prisión cuando ellos quieran. Después de 25 años es muy difícil reintegrarse en la sociedad con estas limitaciones, por mi posición social de antiguo preso, terrorista, activista, sin la posibilidad de ser un ser humano tranquilo y normal, como el resto.
Hablando, tras los 61 años de vida y lucha que le cubren la barba de canas, Rouillan mantiene un tono de voz pausado, seguro y quedo, como un poeta maldito. Su figura fuerte, su cabeza y sus manos pequeñas y gordas le dan una apariencia a marinero bretón, presente en sus ojos azabache que miran más allá de la sala y de la conversación.

Ahora que ha vuelto a Euskadi ¿qué recuerdos le ha traído San Sebastián?
Un vivo pero viejo recuerdo. Ha cambiado mucho. Mi alias de guerra venía de esta ciudad, "Sebas". Mis primeras acciones fueron en País Vasco, imprimiendo Langileak en Toulouse para los compañeros de ETA VI.

¿Cómo ve la situación de la izquierda abertzale?
El ambiente general es muy cargado, en el aire de las ciudades siento un peso que relaciono con el desánimo. Una tristeza que no llego a entender. Es un sentimiento, no un análisis. En Cataluña por ejemplo veo mucho más optimismo y una crítica práctica a posiciones autonomistas que hace diez o veinte años no se daban. La militancia está creciendo mucho. Por contra, en Euskadi no se puede olvidar jamás que hay 700 presos en las cárceles, puedes quitar las fotos de las calles, de los bares pero el problema sigue ahí.

Ha sido muy crítico con el mito de la Transición española ejemplar. Ahora más que nunca, es un proceso en cuestión.
Después de la Revolución de los Claveles en Portugal, la burguesía europea se puso manos a la obra para cortar el problema de raíz. Atrajeron hacia sí todo los movimientos políticos legales para preparar una solución política de continuidad con el régimen de Franco. Una solución política desde el corazón del Franquismo. Los españoles en cuanto percibieron un poco de libertad se sintieron plenamente realizados y que estaban en democracia. El 23-f, como todos los golpes de Estado, es una puesta en escena para aceptar al Rey. Puro cine. La burguesía nos lleva dos guerras de ventaja. El periodo pre Guerra Civil y este siglo XXI tan retrógrado son muy semejantes, el poder conoce la miseria del pueblo, el paro, y saben que la gente está muy cansada.

¿Dónde se sitúa políticamente ahora?
Comunista de izquierdas. Un opositor al marxismo-leninismo de tipo estalinista. Asambleísta y antiautoritarista.

¿Existe algún movimiento de respuesta social que le dé esperanza?
Sí, muchos. La situación es global, tenemos experiencias locales pero estamos experimentando movimientos nuevos. Y la acción debe ser global. No estoy hablando de internacionalismo, eso terminó en el sentido de que ya no existen naciones, es una lucha entre burguesía y proletariado.

¿Cree que ahora es posible desarrollar una lucha armada similiar a la de los '70?
 Existen las condiciones objetivas pero no las subjetivas porque sin una ruptura radical no puedes ir más allá. Una acción se hace con militantes, con hombres y mujeres dispuestos. No sólo con libros. Aprendamos de nuestra experiencia en los 70, la ola como decía el Che, era imprescindible pero se acabó. Cuando el capitalismo triunfó, los que éramos la punta de hierro del proletariado fuimos derrotados, queríamos cambiar fordismo por socialismo y no pudimos. Pero no solo como grupos, sino que todo el proletariado fue derrotado. Y ahora lo está pagando. 

fuente:  http://www.diagonalperiodico.net

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