A sus 61
años, Jean-Marc Rouillan ha pasado un tercio de ellos, 25, entre las rejas de
diferentes prisiones de máxima seguridad en Francia. Otro tercio de su vida,
desde 1968 hasta que fue detenido en 1987, lo pasó en la clandestinidad que
supuso para él la lucha antifranquista, primero, y el anarquismo después.
Nacido en 1952 en Auch, a poco más de una hora de Toulouse, la "ciudad
roja" francesa fue su escuela de activismo, y los viejos refugiados de la
Guerra Civil española: anarquistas, comunistas, maquis, miembros del exilio
vasco, sus maestros. El germen de mayo de 1968 supuso su salto a la acción
armada ligando de esa forma sus primeras acciones con el antifranquismo en País
Vasco y Cataluña.
Lo primero ¿cómo se encuentra de salud? Tengo
entendido que padece una enfermedad rara, el Síndrome de Erdheim-Chester
¿puede deberse a su estancia en la cárcel?
Me encuentro
bastante bien, gracias, por el momento no sufro sus síntomas. Erdheim-Chester
es una enfermedad poco conocida, provocada por tumores de grasa, sus efectos
son muy variados y no siempre los mismos: pérdida de energía, esclerosis,
sangrados y diferentes fallos cerebrales. Por supuesto que culpo a la cárcel de
mi mal. Las prisiones son prácticas de exterminio social, política y por
supuesto de salud. "Tengo
prohibido hablar de mis actos, bajo penas de hasta seis años de prisión. En
2008 me sentenciaron cuatro años por una entrevista"
Rouillan
lleva algo más de un año en una libertad condicional muy restringida. Residente
en Marsella, durante esta semana y la anterior ha aprovechado para recorrer
Euskadi, Navarra y Logroño. En Euskadi, además de visitar a sus viejos
camaradas de la lucha antisistema, ha aprovechado para reunirse y charlar con
activistas y curiosos de su figura.
En Bilbao, Donosti y Vitoria huyó de la conferencia al
uso, sus charlas eran un vivo ejemplo de asamblearismo.
No me gusta
el modelo de conferencia, prefiero hacer asambleas o reuniones para discutir.
Llevo 25 años en la cárcel, hay muchas cosas que han cambiado o son nuevas para
mí. Por eso es tan importante para mí preguntar y aprender.
¿Le cansa hablar de política?
En ningún
momento, soy un ser político y moriré con la enfermedad de la libertad. Sólo
luchando por la libertad consigues un poco de libertad.
¿Quién le inyectó esa enfermedad libertaria que
comenta?
Mi mayor
influencia es la España republicana, la revolución de julio de 1936 porque
además pude conocer a esa gente, a los máximos dirigentes de ese movimiento, y
cómo pensaban. Es algo que jamás puedes olvidar.
Respecto a esto, ¿cómo era Toulouse en su niñez?
En mi
juventud tuve dos suertes: tener 16 años en 1968 porque viví ese mayo con una
gran efervescencia de rebeldía y rabia y en segundo lugar fue que Toulouse era
la ciudad de los rojos, los maquis y miles de exiliados de la Guerra Civil. Y
en el día a día podías hablar con gente que había hecho la revolución y que
tenían una gran experiencia de lucha. Era una época muy emocionante
Para
Rouillan y sus amigos, mayo de 1968 iba más allá de reivindicar la liberación
sexual y el malestar económico, supuso el punto de inicio de una militancia más
radical y libertaria. Apenas un año después, Rouillan se decidió a tomar las
armas de los viejos maquis. Abrazado a una ametralladora Stern, su primera
misión en la frontera española fue un transporte de libros y de folletines de
Langileak a Donosti. Así se ganó su primer alias de lucha entre los catalanes
del Movimiento ibérico de liberación (MIL)
"Sebas" de San Sebastián. Tras Euskadi, formó el MIL con otros
ilustres antifranquistas como Santiago Soler, Oriol Solé y Salvador Puig
Antich. Rouillan era el chófer de Puig Antich el día que finalmente le apresó
la policía del régimen.
¿Por qué empezó su activismo político en España, País
Vasco y Catalunya?
Cuando
creces en Toulouse te sientes más cerca de Bilbao y de Barcelona que de París.
Cuando toda la gente en mayo del 68 hablaba de tomar las armas para nosotros en
Toulouse significaba una cosa muy concreta: ir a combatir el fascismo del otro
lado de la frontera. Entre mis amigos había hijos y descendientes de españoles
exiliados, yo mismo tengo familia catalana. Impulsado por esto, empecé a cruzar
armado la frontera a partir de 1969 y 1970, en apoyo de la movilización contra
el Proceso de Burgos.
Perseguido
por la justicia española, Rouillan pasó a Francia donde en 1979 fue uno de los
fundadores de Acción Directa, un grupo
terrorista de inspiración marxista y que compartió objetivos, logística y
contexto con las Brigadas Rojas o la RAF en la Alemania Federal.
Entre los más de 50 ataques de Acción Directa destacan el asesinato del
ingeniero armamentístico René Audran y el de George Besse, presidente de
Renault, en respuesta a un despido masivo de trabajadores de la empresa. Los
cuatro terroristas; Nathalie Ménigon, Jöelle Aubron, Georges Cipriani y el
propio Rouillan fueron arrestados en 1987 y condenados a cadena perpetua. En
prisión, Rouillan ha escrito siete libros entre ellos unas Crónicas
carcelarias, y sus memorias en la cárcel: Odio las mañanas.
En Odio las mañanas comenta que por su carácter
antiautoritario también intenta huir de cualquier tipo de estilo, pero es un
estilo muy gráfico, directo:
Si puedo
hacer frases con una palabra, sería genial. Me gusta marcar mucho el ritmo
narrativo. Ultimamente estoy utilizando mucho el paréntesis para conseguir una
perspectiva más lejana del contexto que viví. Mi defensa como preso, para mantener
el espíritu, es la escritura. Me dio el poder de escapar de esta situación en
la que me encontraba.
Habla mucho de la nostalgia de la cárcel.
Soy un
militante abolicionista. Pienso que la cárcel es una política de exterminación
y terror contra los más pobres y una tortura cotidiana. Pero en cuanto a
solidaridad colectiva la cárcel puede ser bonita. Es un momento de resistencia
colectiva.
También tiene palabras de comprensión hacia los
militantes arrepentidos, aquellos que colaboran con las instituciones para
conseguir beneficios penitenciarios.
Si un
compañero no puede aguantar más y acepta ser utilizado por el Estado no es un
fallo. Es débil frente al poder del Estado. Los que aguantan en la cárcel son
gente fuerte. Pero la gente muere en la cárcel, hay enfermedad. No todos
podemos hacer el mismo camino en la lucha.
¿Cuál es su situación actual con la justicia francesa?
Estoy en un
régimen muy duro de libertad condicional. No puedo volver a la ciudad donde
crecí, Toulouse, y me está vetada la entrada en 38 departamentos franceses.
Para venir a Euskadi desde Marsella he tenido que dar rodeos por Perpiñán. Para
cada desplazamiento debo pedir la autorización del juez y lo permisos llegan
pocos días antes de salir.
Incluso hay temas que tienes prohibidos, no puedes
hablar de Acción Directa.
Al Estado
francés no le interesa que mi historia policial y mediática sea cambiada por un
testigo directo como soy yo. Por eso tengo prohibido hablar de mis actos con
penas de hasta seis años de prisión. Buscan cualquier pretexto para tener una
posición de terror sobre la persona que acaba de salir de la cárcel. En 2008 me
sentenciaron a cuatro años más de prisión por una entrevista en L'Express.
La sensación que quieren inculcarte es que puedes volver a prisión cuando ellos
quieran. Después de 25 años es muy difícil reintegrarse en la sociedad con
estas limitaciones, por mi posición social de antiguo preso, terrorista,
activista, sin la posibilidad de ser un ser humano tranquilo y normal, como el
resto.
Hablando,
tras los 61 años de vida y lucha que le cubren la barba de canas, Rouillan
mantiene un tono de voz pausado, seguro y quedo, como un poeta maldito. Su
figura fuerte, su cabeza y sus manos pequeñas y gordas le dan una apariencia a
marinero bretón, presente en sus ojos azabache que miran más allá de la sala y
de la conversación.
Ahora que ha vuelto a Euskadi ¿qué recuerdos le ha
traído San Sebastián?
Un vivo pero
viejo recuerdo. Ha cambiado mucho. Mi alias de guerra venía de esta ciudad,
"Sebas". Mis primeras acciones fueron en País Vasco, imprimiendo
Langileak en Toulouse para los compañeros de ETA VI.
¿Cómo ve la situación de la izquierda abertzale?
El ambiente
general es muy cargado, en el aire de las ciudades siento un peso que relaciono
con el desánimo. Una tristeza que no llego a entender. Es un sentimiento, no un
análisis. En Cataluña por ejemplo veo mucho más optimismo y una crítica
práctica a posiciones autonomistas que hace diez o veinte años no se daban. La
militancia está creciendo mucho. Por contra, en Euskadi no se puede olvidar
jamás que hay 700 presos en las cárceles, puedes quitar las fotos de las
calles, de los bares pero el problema sigue ahí.
Ha sido muy crítico con el mito de la Transición
española ejemplar. Ahora más que nunca, es un proceso en cuestión.
Después de
la Revolución de los Claveles
en Portugal, la burguesía europea se puso manos a la obra para cortar el
problema de raíz. Atrajeron hacia sí todo los movimientos políticos legales
para preparar una solución política de continuidad con el régimen de Franco.
Una solución política desde el corazón del Franquismo. Los españoles en cuanto
percibieron un poco de libertad se sintieron plenamente realizados y que
estaban en democracia. El 23-f, como todos los golpes de Estado, es una puesta
en escena para aceptar al Rey. Puro cine. La burguesía nos lleva dos guerras de
ventaja. El periodo pre Guerra Civil y este siglo XXI tan retrógrado son muy
semejantes, el poder conoce la miseria del pueblo, el paro, y saben que la
gente está muy cansada.
¿Dónde se sitúa políticamente ahora?
Comunista de
izquierdas. Un opositor al marxismo-leninismo de tipo estalinista. Asambleísta
y antiautoritarista.
¿Existe algún movimiento de respuesta social que le dé
esperanza?
Sí, muchos.
La situación es global, tenemos experiencias locales pero estamos
experimentando movimientos nuevos. Y la acción debe ser global. No estoy
hablando de internacionalismo, eso terminó en el sentido de que ya no existen
naciones, es una lucha entre burguesía y proletariado.
¿Cree que ahora es posible desarrollar una lucha
armada similiar a la de los '70?
Existen las
condiciones objetivas pero no las subjetivas porque sin una ruptura radical no
puedes ir más allá. Una acción se hace con militantes, con hombres y mujeres
dispuestos. No sólo con libros. Aprendamos de nuestra experiencia en los 70, la
ola como decía el Che, era imprescindible pero se acabó. Cuando el capitalismo
triunfó, los que éramos la punta de hierro del proletariado fuimos derrotados,
queríamos cambiar fordismo por socialismo y no pudimos. Pero no solo como
grupos, sino que todo el proletariado fue derrotado. Y ahora lo está pagando.
fuente: http://www.diagonalperiodico.net
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